Durante varias semanas he estado más del otro lado, que de este; con dificultades para sostener la conexión consciente en este plano.
Sin embargo, en estos días en que me siento fracasada
como escritora, recordé un sueño vívido que tuve.
Martes 19 de septiembre de 2023
Estaba en una biblioteca de libros clásicos,
acompañando a alguien a buscar un libro.
Me regalaron una máquina de escribir Remington, negra
con detalles dorados. Estaba en
excelente estado. Me fue entregada como si fuera un legado, un tesoro
importante. Desperté.
No es la primera vez que recibo algo importante en un
sueño: puede ser un símbolo, un talismán, un dije, un cristal o un regalo
precioso con mucho significado. Siempre
despierto en el momento en el que lo tengo en mis manos. La sensación al despertar es que me hubiera
gustado traerlo conmigo, en el viaje Entre Mundos.
Supongo, que ya la resulta difícil al alma entrar y
salir del cuerpo físico como para tener que materializar objetos entre
dimensiones.
Estoy escribiendo este artículo desde mi computadora y
me encanta usar el teclado que tengo, porque mis dedos fluyen y bailan
fácilmente; pero hay algo en las máquinas de escribir que resulta poético e
inspirador.
Mi primera máquina de escribir llegó como regalo de 15
años; me habían dado otras opciones para
elegir, pero pensé que una máquina de escribir, no solo sería para mis escritos
y poemas, sino que me ayudaría a aprender dactilografía veloz. En la escuela secundaría había pocas máquinas
para practicar; yo quería aprender a ser veloz sin mirar el teclado para
trabajar de ello. Al poco tiempo de
recibir mi máquina portátil, puse un cartel en la ventana de mi casa ofreciendo
‘trabajos a máquina’. Es que antes de la
era de las computadoras, los estudiantes y profesores pagaban a dactilógrafos
para pasar en limpio notas, apuntes, monografías y tesis. Tenía una tipografía en cursiva, lo cual era
una innovación para esa época. La amaba
y por eso quedó como herencia para mi hija menor que también comenzó a escribir
en su adolescencia.
Volviendo al sueño, siempre me quedo con las ganas de
palpar, usar o disfrutar en este mundo los regalos que recibo.
Esa máquina que recibí durante la visita a la biblioteca en mi sueño, no sólo funcionaba
perfectamente, sino que estaba reluciente, como nueva, y su pintura negra con
detalles dorados creaba reflejos a la vista.
Muchas de las personas que me siguen en el canal de
YouTube (más de 7400 seguidores a esta altura del mes), me elogian por mi
talento como escritora, mis lectores también lo hacen. Cada comentario público o cada reseña
amorosa, le da vida a mis palabras y pone en valor mi trabajo literario.
Sin embargo, aunque mi meta no sea convertirme en una
escritora famosa, si sería bonito que mis tiendas virtuales estuvieran activas
y cada mes se venderían suficientes ejemplares en los diferentes formatos para
vivir cómodamente. Confieso, que cuando
no hay lectores dispuestos a comprar mis libros o audio libros, me pregunto si
en verdad soy buena en lo que hago.
Creo en el valor de los sueños, creo en los mensajes
vividos y nítidos que se convierten en un Puente entre nuestro Espíritu y
nuestro yo inferior. Quiero creer, que
así como he recibido enseñanzas sobre curaciones y meditaciones, del mismo
modo, esa máquina de escribir, significaba el recordatorio de que hay una
misión en la escritura.
Solo Dios sabe.
Para conocer mi trabajo literario
Sala de Lectura
en mi página web
Soledad Lorena©
Tejedora de Palabras
Susannah Lorenzo
Tejedora de Puentes
Email: puentesenvuelo@gmail.com