Domingo 08
de mayo de 2022
El sueño
comenzó en la madrugada con turbulencias de la mente, personas enojadas de la
familia (JLC y LP) que estaban conmigo en el lugar, propiedades abandonadas relacionadas
con mi familia materna (que ya han aparecido en otros sueños en los últimos
meses), reclamos y deudas pendientes.
En un
momento, yo decido avanzar y traspasar la entrada oscura y conflictiva
(consciente de que estaba en modo onírico) y me encuentro con una zona de
colinas muy verdes, como si el suelo y las laderas estuvieran tapizados y
alfombrados por una capa de pasto suave. No era un lugar conocido para mí, mis
ojos y mis sentidos se llenaban de asombro.
Allí sobre la pradera, estaba mi tío Antonio, mi tío favorito, de pie,
con una campera y sonriendo. Yo sabía
que él estaba muerto, sabía que eso era un sueño, pero su presencia era
tangible. Me acerqué a él y dejé que me
contuviera en un abrazo, lloré un largo rato, lágrimas que no sabía que
tenía. Lo abracé.
Luego me di
vuelta para mirar el paisaje, sobre las laderas y en diferentes puntos de la
pradera había casas estilo cabañas, preciosas.
Le dije a LP que sería bonito vivir ahí.
Sabía que si vivía ahí debería dejar las redes sociales, internet y toda
la tecnología, pero la energía que se sentía en el lugar era tan armónica y
pacífica que sentí que podía quedarme a vivir allí. Desperté.
Mi tío
Antonio, falleció en mayo de 1982, es algo que acabo de verificar y me ha
sorprendido la coincidencia del mes. Yo era
una adolescente sensible de 17 años y la forma en que su enfermedad lo había
consumido me había afectado mucho. No quise ir a su entierro, ni a su misa. Me
quedé sola en casa, porque sabía que él no estaba en el cajón, ni en el
cementerio. Ese día, mientras intentaba
estudiar, su presencia estuvo conmigo y se hizo tangible. No volví a sentir su presencia ni tampoco lo vi
en sueños. Me sentía tranquila de que
hubiera partido porque su cuerpo y su mente habían sufrido mucho, su corazón
también.
Recién
ahora, en mayo de 2022, lo he sentido y he visto en sueños y la coincidencia
numérica, no deja de asombrarme.
Desperté con
su abrazo y el silencio de su voz. Me di
cuenta que aunque lo guardo en imágenes y emociones, no recuerdo su voz. Tampoco recuerdo la voz de mi abuela
mágica. Me sentí triste esta mañana por
haber perdido recuerdos auditivos. ¿Será
que todas las personas perdemos eso primero?
Hice una verificación con personas vivas que fueron importantes en mi
vida, pero que hace décadas que no veo y también me pasa lo mismo: no recuerdo
su voz. Seguramente, si me hablaran, las
reconocería al instante. Pero en mi
mente solo está guardado el recuerdo visual, sensorial y en algunos casos
olfativo.
Mi tío
Antonio compartía con mi abuela mágica, el don de transmutar el lodo en loto,
de dar amor y alegría aunque sus vidas fueran amargas, de hacer alquimia en la
cocina y una pócima con una caricia.
Mi tío
además, era poeta. No había podido ir a la escuela, pero había comprado
cuadernos de caligrafía y había estudiado solo, hasta escribir en cursiva de
manera preciosa y encargarse de los libros de actas de la sociedad de fomento
del club de su barrio. Cada vez que estábamos
viviendo en otra provincia, lejos de San Juan, él me enviaba cartas con poemas,
uno gracioso para hacerme reír, con hormigas y otros insectos, y uno lleno de
belleza con flores y palabras bonitas.
Para mi cumpleaños, llegaba siempre en su bicicleta con una fuente
enlozada y un repasador de lienzo repleta de pastelitos de camote (batata o
papa dulce). (Hacía los pastelitos como
pequeñas empanadas, rellenas con dulce de camote casero que él
preparaba.). Además me regalaba siempre
un ramito de violetas para que no olvidara mi belleza pero siempre cultivara la
humildad.
Después que
murió, escuchando una conversación familiar, supe que era curandero y personas
de diferentes lugares le lo buscaban aún en la distancia para que aliviara sus
males. Yo sabía, de forma intuitiva, que teníamos mucho en común, tal como
sucedía con mi abuela mágica; pero por esa misma razón, no pasaba mucho tiempo
con él (y menos fuera de la vigilancia familiar) ni tampoco me quedaba a dormir
en la casa de mi abuela mágica. Siempre
me decían que no podía quedarme allí porque eran demasiado pobres, no tenían
comodidades o apenas si usaban una letrina.
Sin embargo, eran los lugares donde yo me sentía libre y a salvo.
¿Por qué
soñé con él?
No lo
sé. Siento que no está por aquí, que
hace tiempo su Alma está muy cerca de Dios, sembrando poesía de forma
invisible.
Quizá dejó
un mensaje silencioso en mi corazón que será revelado con el paso del tiempo.
Quizá ese
abrazo fue el que nunca pudimos darnos para despedirnos, porque cuando se fue
su cuerpo ya no tenía músculos (se habían consumido).
Quizá
nuestro encuentro fue el recordatorio y la confirmación de que debo ser fuerte
y continuar como Coco (en la película), mi misión de comenzar el proceso de
sanación del árbol familiar, aunque cause incomodidad y rechazo en quienes
forman mi círculo familiar más estrecho.
Desde que
comencé a trabajar con el Rosario de
Sanación Transgeneracional, he tomado mayor consciencia de las heridas
ocultas, los secretos familiares, las penas calladas, las visiones retorcidas y
los patrones heredados. Me ha interesado
las fechas, las sincronías, las coincidencias y sobre todo repeticiones que no
son casuales.
Vengo de una
herencia de mujeres (tanto de la familia paterna como materna) poco felices;
mujeres que pueden haber hecho su mejor esfuerzo para estar de buen ánimo y
transmutar (como en el caso de mi abuela mágica), el dolor en dulzura, pero
todas, han llegado al fin de sus días sin sanar sus heridas, con penas que jamás
contaron, con sueños guardados bajo siete llaves y con un corazón amargo y en
algunos casos resentido.
Después del
sueño, algo llamó mi atención: en la familia de mi madre los hombres no
llegaron a ancianos, comenzando por mi abuelo materno, mis tíos y algunos de
mis primos. Las mujeres llevaron luto
por años y ostentaron sus cruces como entrega amorosa.
Tal como
dice la escritora Toko-Pa Turner, llevar registro de nuestros sueños, tomar
consciencia, aceptarlos y honrarlos, es el primer paso para que el Puente sea
comprensible, claro y preciso.
Decodificar los símbolos en los sueños, comprender su lenguaje, es un
viaje personal, que tendrá mucho que ver con nuestra historia, nuestro viaje,
nuestra cultura y nuestra capacidad para conectar con nuestro subconsciente,
con nuestra sombra.
Susannah Lorenzo Entre Mundos
Susannah Lorenzo En Viaje
Simbología
Verde: El simbolismo del color es de los más universalmente conocidos y conscientemente utilizados, en liturgia, heráldica, alquimia, arte y literatura. Desde la somera división establecida por la óptica y la psicología experimental, en dos grupos: colores cálidos y avanzantes, que corresponden a procesos de asimilación, actividad e intensidad (rojo, anaranjado, amarillo y, por extensión,blanco), y colores fríos y retrocedentes, que corresponden a procesos de desasimilación, pasividad y debilitación (azul, añil, violado y, por extensión, negro), situándose en medio el verde como matiz de transición y comunicación de los dos grupos; hasta las sutilezas del empleo emblemático de los colores se extiende una enorme serie de fenómenos concernientes al sentido de los matices, que sólo podemos sintetizar aquí. Es fundamental la ordenación serial de la gama cromática, que se presenta (aunque sea po r abstracción relativa) como un conjunto limitado de colores definidos, distintos y ordenados. (Diccionario de Símbolos de Eduardo Cirlot)
Es el color de la vida para los vegetales, es algo así como la sangre del planeta. El verde significa expansión, crecimiento y rejuvenecimiento. Las personas que prefieran este color, son en general, buenos amigos, hermanos, padres y amantes de la naturaleza. El color verde está relacionado con la salud, la sanación y la vitalidad. Es el color del Arcángel Rafael y de todos los procesos de curación. Es además el color del Chakra del Corazón, por lo tanto ayuda a sanar todas las emociones.
Colinas
«Con frecuencia se ha localizado el país de los muertos en el interior de una montaña; éste es el origen de las colinas de las hadas de los celtas y de Irlanda, y explica la leyenda, extendida por Asia y Europa, en relación con un demiurgo o héroe dormido en el interior de una montaña, de donde saldrá un día para renovar las cosas sublunares» (Krappe - Diccionario de Símbolos de Eduardo Cirlot)
En general, la montaña, la colina, la cima, están asociadas a la idea de meditación, elevación espiritual, comunión de los santos.